Ahora es el momento de tender puentes, no solo entre movimientos, sino también entre instituciones internacionales, con el fin de que la política de drogas se convierta en una cuestión de derechos humanos.
Las encuestas sugieren que la opinión pública británica con respecto a la regulación del cannabis y el acceso a la atención médica ha cambiado drásticamente en los últimos años.
Los enfoques en materia de fiscalización de drogas en la región, por lo general represivos, no han dado resultado, lo que ha allanado el camino al auge de alternativas.
Como consecuencia de la popularización y la nacionalización de los programas de reducción de daños en Europa Occidental, el activismo de base que creó el movimiento se está desvaneciendo y los avances se están ralentizando.
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Las personas transgénero se encuentran entre las comunidades más vulnerables, ya que padecen muchas fuentes de discriminación y estrés que los servicios de reducción de daños deben tener en cuenta.
En la década de 1980, Suiza admitió el fracaso de las políticas represivas de drogas y puso en marcha programas de reducción de daños. Este artículo muestra lo que se puede aprender de esta experiencia.
Coincidiendo con el Día Mundial de Acción de la campaña ‘Apoye. No castigue’, la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte comparte algunas ideas sobre la Conferencia Internacional de Reducción de Daños de 2019, celebrada en Oporto el pasado mes de abril.
La carta, firmada conjuntamente por 58 organizaciones, insta al presidente de Sri Lanka a que haga todo lo que esté en su mano para detener las ejecuciones en Sri Lanka y relegar la pena de muerte a los libros de Historia.